
Poco antes de la batalla de Perona, el rey de Francia, Luis XI, consultó a su astrólogo personal, sobre el desenlace de la contienda, a lo que éste le respondió: Señor todo irá bien. Como sufrieron una gran derrota, el enfurecido rey mandó llamar a su verdugo y le dijo: mi astrólogo está en mi gabinete; dentro de unos minutos le despediré y tú presta buen oído a las palabras con las que le despida. Si te digo: “hay un cielo sobre nosotros”, que le ahorquen sin demora. Si por el contrario, le digo: “Id en paz”, guárdate de tocar un pelo de su cabeza.
Minutos después, el rey entró en el gabinete donde le esperaba el astrólogo y le dijo sonriendo sardónicamente: ¡Vaya, señor mío! Vos que leéis tan bien el futuro, ¿podéis decirme en qué fecha moriréis? El astrólogo le respondió hábilmente: Señor, mi ciencia no llega hasta precisar esa fecha. Todo cuanto sé es que moriré tres días antes que Vuestra Majestad.
Esta respuesta fue su salvación. El rey, al despedirle, en presencia del verdugo, le estrecho cariñosamente la mano, repitiendo: ¡Id en paz! ¡Id en paz! ¡Id en paz!
A mí parecer el astrólogo no podia ser más sabio verdad?
Si te gustó esta anecdota me lo dices vale?
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